A pesar de que la vida de hoy es más agitada, debemos estar conscientes de aprovechar todos los minutos y segundos en los que estamos con nuestros hijos. No es tan importante el tiempo sino la calidad de entrega de amor y enseñanza.


La comunicación suele ser una herramienta muy eficaz, pero para lograr una adecuada comunicación hay que enseñarla y educarla desde pequeños.

La mayoría de los problemas del día a día de la convivencia familiar se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena comunicación con nuestros hijos, para comunicarse no se necesitan palabras, sino que se necesita afecto y que haya un clima de confianza.

Es importante que los padres se puedan comunicar abierta y efectivamente con sus hijos. Este tipo de comunicación beneficia no solo a los niños, sino también a cada miembro de la familia. Las relaciones entre padres e hijos se mejoran mucho cuando existe la comunicación efectiva. Por lo general, si la comunicación entre padres e hijos es buena, sus relaciones serán buenas también.

Los niños aprenden a comunicarse observando a los padres. Si los padres se comunican abierta y efectivamente, es posible que sus hijos lo hagan también. La habilidad de comunicarse beneficiará a los niños toda su vida. Los niños empiezan a formar sus ideas y opiniones de si mismos basadas en lo bien que los padres se comunican con ellos. Cuando los padres se comunican efectivamente con sus hijos, les demuestran respeto.

Durante el proceso de comunicación se puede utilizar el premio y el castigo sin conocer realmente los efectos que pueden tener a largo plazo. La intención  del premio es reforzar las conductas positivas y el castigo tiene efecto correctivo sobre las fallas y/o incumplimiento y con ellos podemos obtener resultados inmediatos.

Lo más recomendable es reforzar el comportamiento positivo. Muchas veces, estamos más pendientes de los errores para corregirlos sin dar apoyo a las buenas conductas, esto consiste en afianzar todas aquellas buenas acciones, felicitándolo o aprobando lo que hizo bien. Debemos hacer sentir a nuestro hijos los orgulloso que nos sentimos por su buen comportamiento, de esta manera no solo se estará reforzando las conductas positivas sino que se fortalecerá la personalidad interiorizando el bien, es decir, el bien que nuestra sociedad necesita.