La bondad es una de las cualidades humanas que mejor reflejan la esencia humana, pues la persona bondadosa es consustancialmente buena, benigna y benévola, y a veces se la relaciona con la amabilidad. Es la inclinación a hacer el bien, e implica afecto hacia el prójimo, condescendencia, comprensión de los demás.


Los mejores seres humanos suelen ser bondadosos, de ahí que iniciar a los niños en las conductas bondadosas desde una temprana edad es uno de las tareas más importantes de la educación para la paz, la educación moral, y la educación en su sentido más general.

El niño aprende a ser bondadoso en primer lugar por el modelo que le ofrece el adulto, y en segundo término por la realización de acciones que lleven implícitos comportamientos bondadosos, así comprende que lo mejor es ayudar, comprender y cooperar, en lugar de agredir, arrebatar o maltratar. Los modelos adultos pueden ser los cercanos, o aquellos que se muestran en los distintos medios de difusión masiva: la televisión, el cine, los vídeos. Más adelante la literatura va a cobrar un papel importante en este desarrollo.

La bondad puede enseñarse de muchas formas distintas y en muchos contenidos diferentes, y el niño puede aprender a ser bondadoso con sus iguales, con los adultos, con los animales, incluso con aquellos a quienes no conoce.