La alegría es un sentimiento fundamental, una emoción básica que se manifiesta en diferentes formas. Existe también la alegría interior la cual se irradia en la cara de quien la lleva por dentro. Los seres humanos contamos con tantas cosas sencillas que nos proporcionan alegría que en muchos casos no se saben aprovechar. Debemos dejarnos impactar por la música, la naturaleza, por un atardecer, un amanecer, el canto de los pájaros, un sol radiante, un cielo azul, etc.

¿Qué me dicen de las ocurrencias de los niños?, de sus risas e inventos, de hermosas actitudes que manifiestan algunas personas como, la generosidad, la pulcritud, de las celebraciones, fiestas, cumpleaños. La alegría debe ser un motor que impulse nuestro diario quehacer y es condición indispensable para todo aquel que decida emprender un camino para multiplicar los valores humanos.

Tenemos un compromiso con nosotros mismos, con nuestra familia y con la sociedad: convertirnos en personas alegres y esperanzadoras, dejar las quejas, los lamentos, las actitudes negativas y derrotistas a un lado y hacer grandes esfuerzos para mantener el entusiasmo, el pensamiento positivo y la esperanza.

¿Qué hacer para cultivar la alegría?

  • Mantener el pensamiento ocupado: hacer, hacer y hacer. Aprovechar al máximo el tiempo.
  • Aceptarnos tal como somos y aceptar a los demás: siempre reconociendo nuestras propias características y las de los demás. Al cometer errores, reconocerlos y dejar de echarles la culpa a otros.
  • Ejercitar el musculo de la empatía: alegrarse por el triunfo de los demás y dejarse de afectar por las angustias, tristezas de nuestro prójimo.
  • Celebrar: festejar, aplaudir, elogiar, alabar, felicitar
  • Escuchar música: enriquece el ambiente de aprendizaje haciendo que nuestro sistema nervioso se tranquilice. Ayuda a mejorar el proceso de almacenamiento de información. Aumenta la comprensión. Mejora la concentración. Desarrolla la creatividad.
  • Hacer uso de la lúdica y el juego
  • Reconocer actitudes positivas
  • Descubrir valores