Inspirar en los niños el valor de la responsabilidad, es darles el mejor regalo de parte de sus padres y educadores, si ésta es lograda, les dará la capacidad de cuidar de sí mismos y ser adultos responsables en su vida futura.

¿Qué edad debe tener un niño para comenzar a educar su sentido de la responsabilidad? Lo más pronto posible. Desde el mismo momento que nace, es necesario lidiar con este propósito; cuando el bebé empieza a gatear, a manipular objetos pequeños y a entender las cosas sencillas del lenguaje hablado, se le debe enseñar a que recoja sus juguetes o a que no toque ciertos adornos de la casa.


A medida que el niño va creciendo y de acuerdo a sus capacidades, se le desarrolla la sensación de poder, esto permite que pueda controlarse a sí mismo, lo que le dará la confianza suficiente para desarrollar las tareas que le son asignadas. En la medida en que aumenta su grado de capacitación y habilidades, serán necesarias nuevas responsabilidades.

La idea de que todo el mundo tiene que poner su grano de arena, es un valor fundamental para la mayoría de familias. Integrar al niño en las tareas del hogar lo fortalece, haciendo crecer el sentimiento de contribución y pertenencia.

Sin embargo, es importante que los padres tomen en cuenta algunas reglas al asignar ciertos compromisos a los hijos, para que ellos comiencen desde muy temprana edad a entender y valorar el verdadero significado del porqué se debe ser responsable.

Es necesario poner en práctica algunos métodos para obtener en el niño una buena aptitud hacia la responsabilidad:

Ser coherente
Cuando una norma no es cumplida, se debe dar un suave castigo, el efecto que causa sobre el niño es a largo plazo, más que una actitud incoherente con un castigo severo. La coherencia es una manera de demostrar a los hijos que se está pendiente de su comportamiento.

Al ser coherentes padres y maestros, los niños se sienten más seguros y saben a qué atenerse si no cumplen las normas y responsabilidades. Si no hay coherencia en el comportamiento, los chicos sienten ansiedad porque no son capaces de predecir lo que puede suceder.

No ser arbitrario
Esto significa que padres o educadores hacen algo diferente a lo que habían dicho, o hacen algo sobre lo que no habían advertido al niño.

Un acto inesperado del padre ante una responsabilidad no cumplida, aumenta el miedo y la frustración del niño, es necesario que se aclare lo que se espera de él, comunicarle esas expectativas de forma sencilla y directa concretando cuáles son las consecuencias si el niño actúa en concordancia o no con esas expectativas.

Recompensarlo por ser responsable
Esto no significa necesariamente regalos materiales, es una manera de estimular a los niños a comportarse adecuadamente, con reconocimientos pequeños que reafirmarán en el niño la satisfacción de la labor cumplida.

Hay que tomar en cuenta la actitud del niño y estar pendiente de sus movimientos, ponerle oficios manejables, los trabajos deben tener un principio y un final.

Deles tareas simples como, lavar el plato de la comida del perro o doblar la ropa lavada y, luego dígales cuanto la familia lo aprecia por su ayuda, elogie el niño frente a una persona amiga.

Ayude a su hijo a darle seguimiento y a terminar lo que ya ha comenzado. En vez de atacarlo, señale de una forma que vaya al punto que usted y su familia cuentan con él para completar ese trabajo.

Otra forma de que los niños sean más responsables es acercarse y ayudar a los miembros de la familia y amigos. Aprender de qué forma ayudar, compartir, animar y proveer compañía a los demás, prepara el camino hacia el desarrollo de la responsabilidad social.

Para promover el desarrollo de la responsabilidad por la comunidad, motive al niño a acompañarlo cuando usted vote, o done ropas o comida a una organización; explíquele porque es tan importante poner la basura en el envase correspondiente o planee la participación del niño en un proyecto de la comunidad tal como plantar flores en su parque favorito.

Además de las recompenses materiales, hay cosas como el tiempo, la atención la preocupación, la simpatía y la buena voluntad que también son recompensa. Un cuento más a la hora de dormir, una ida al cine, un helado, un abrazo fuerte son manifestaciones que alientan al niño a entender y decir: "¡vale la pena ser responsable!".