La mejor forma de no tener que corregir a los hijos es enseñarles a hacer bien las cosas, siguiendo muy de cerca sus actividades y el desarrollo de su personalidad. Qué bonito sería no tener que corregir nunca a los hijos, porque son perfectos porque han sido bien educados, corregidos y guiados por sus propios padres. ¡Pero tener hijos perfectos es imposible!
A los árboles para que crezcan derechos y no se tuerzan les ponen tutores. Lo mismo ocurre con los hijos cuando además de la educación que reciben de sus padres se les añade un tutor de vida que les refuerce esa educación. No siempre tienen los padres la mejor capacidad, actitud o conocimientos para educar a los hijos en algunos conceptos necesarios para su desarrollo, y por eso necesitan recurrir a que un tutor de vida les fortalezca o intensifique esa educación. El mejor sitio para encontrar tutores de vida, muy bien preparados en la educación de los jóvenes en las virtudes y valores humanos, es entre los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes. Separo la tutoría de vida, de la tutoría en áreas especializadas, como son las matemáticas, ciencias, deportes, etc.
Cuando haya que corregir a los hijos deberá tenerse muy en cuenta la educación que han recibido, sus edades físicas y mentales, sus comportamientos y actitudes con la familia, escuela y amistades, sus capacidades intelectuales y físicas, objetivos previstos y realizados, etc.
Toda corrección proviene de una acción u omisión que se ha podido producir queriendo o sin querer. Es obligación de los padres examinar con mucho cuidadazo la acción o la omisión para que la corrección esté en la misma línea de tamaño, intensidad y valor. No se debe matar una pulga con un cañón, ni un elefante con la mano.
10 Condiciones indispensables para corregir bien
1.Ayudar a quitar los defectos que originaron la falta y alabar las virtudes de la persona.
2.Demostrar una gran sensibilidad, teniendo en cuenta de aplicar en las correcciones las máximas virtudes y valores humanos posibles.
3.Escoger el momento y las circunstancias más adecuadas, tanto para el que corrige como para el corregido.
4.Escuchar muy atentamente las disculpas, atenuantes, soluciones, propósitos y planes que dicen los hijos.
5.Fijarse más en los hechos y en las consecuencias presentes y futuras que en las normas contravenidas.
6.Intentar que la corrección sea en privado, a poder ser presidida por la distensión, el amor y la mutua sinceridad.
7.No sacar a relucir secretos o confidencias anteriores contadas bajo reserva, ni herir en los defectos personales.
8.Poner énfasis en lo principal, quitando lo superfluo, limando asperezas y mejorando los detalles.
9.Ponerse en el lugar y circunstancias de de la persona que va a ser corregida.
10.Que sea concreta, corta, clara, sin gritos, amenazas, descalificaciones personales, ni recordatorios repetidos de faltas anteriores.
Corregir a los hijos no es una tarea fácil, y para que los padres puedan hacerlo con pleno derecho, tienen que estar dando un buen ejemplo de conducta y tener una buena formación en las virtudes y valores humanos, pues los hijos necesitan ser amados, estimados, respetados, valorados, admirados y ensenados. Por lo tanto los padres tienen que estar bien capacitados para reconocer lo bueno y lo malo que han hecho sus hijos.
Al sembrar amor y palabras amables, el ambiente cambia rápidamente a nuestro alrededor, pues a cada sonrisa se responde siempre con otra parecida, ya que toda corrección debe provenir de una acción que haya sido hecha en sentido contrario. La verdadera labor de los padres cuando corrigen tiene que ser muy creativa, es como descubrir lo que será una fina escultura dentro de un bloque de mármol. Es tarea de los padres quitar lo que sobra, Sonríe y te sonreirán, critica y te criticarán, ayuda y te ayudarán, odia y serás odiado, ama y serás amado.