El valor de la libertad se refiere a la capacidad de actuar según nuestras propias decisiones y escoger cada uno de los pasos que queremos dar y sus diferentes aspectos. Su ámbito abarca asuntos muy importantes como la vida familiar, la elección de un oficio u ocupación, así como también temas de la vida diaria: ¿Qué deseo hacer en este momento? Se ejerce plenamente cuando la persona puede considerar con cuidado y objetividad sus decisiones y vive en un entorno que le permite llevarlas a cabo.


Cada persona es única y diferente. Cada una tiene planes propios para su vida. La libertad le permite esforzarse para cumplirlos y en ese esfuerzo ir creciendo cada vez más. Para lograrlo es necesario que nada nos sujete, que nadie nos impida dar pasos por ese camino. A veces tenemos que luchar para conquistarla. Pero esa lucha no implica pleitos constantes con los demás.

Requiere mucho mayor cuidado. El primer punto es aclarar nuestro pensamiento "¿Qué quiero hacer realmente"?. El segundo es considerar si eso nos ayudará a ser mejores y a estar más felices. Luego hay que tomar en cuenta a los demás: "¿Lo que voy a hacer no daña la libertad de los demás?" Cuando ya seguimos estos pasos podemos tomar una decisión y actuar. El cuidado que tenemos para guiar nuestra libertad se llama responsabilidad y es un punto muy importante porque de él depende nuestra vida.

Haz que tu voz se escuche. Expresa tus ideas. Cuando recibas una instrucción de alguien pregúntale con cortesía qué objetivo están buscando.
- Cuida la libertad de los demás. Cuando desees algo de ellos, pregúntales primero qué piensan y si están de acuerdo.

- Antes de imitar las conductas de los otros (su forma de vestir, de hablar o el deporte que practican) piensa si tú realmente quieres eso.

- Defiende tus puntos de vista y respeta los de los otros. Quizá de la combinación surja la mejor idea para todos.