El valor de la constancia nos da firmeza y perseverancia de ánimo en las resoluciones y en los propósitos. Si no lo aplicamos, jamás podremos alcanzar nuestras metas ni cumplir nuestros sueños, porque la constancia es el alimento del esfuerzo.

Tú puedes tener los proyectos más ambiciosos, las mejores ideas, los planes más grandiosos. Puedes incluso trazar tu camino para conseguir lo que te propones. Pero si no aplicas constancia en lo que haces, si dejas pasar el tiempo antes de decidirte a dar el primer paso hacia tu meta, si interrumpes el camino y comienzas a dejar las cosas para después, todos esos sueños se convierten en nada, y cuando te des cuenta, podrías descubrir que es demasiado tarde para realizar algunos de ellos o todos.

No basta con soñar; hay que realizar. No basta con decir “voy a hacer…” hay que hacerlo. Constancia tiene que ver también con superar los obstáculos que, más tarde o más temprano, se presentan en el camino. Si te detienes al primer problema, o te rindes ante la primera dificultad, difícilmente podrás recorrer el resto del camino.

Los enemigos de la constancia son actitudes como:

  • “Mañana comienzo”. ¿Por qué mañana? ¿Por qué no hoy mismo? Retrasar la realización de tus sueños parece una pérdida de tiempo.
  • “Primero tengo que hacer otras cosas”. Está bien, puede ser, Pero puedes comenzar hoy a recorrer el camino.
  • “Hoy no me siento inspirado”. ¿Entonces cuándo? Las musas son caprichosas: a veces no vienen si uno no las llama.
  • “Esperaré hasta que se den las condiciones que necesito”. ¿Y qué ocurre si nunca se dan? No esperes a que el destino te ponga en el punto preciso; mejor crea tú mismo las condiciones; haz que las cosas sucedan.
  • ” Es sólo un sueño: nunca podré realizarlo”. Te estás derrotando de antemano. He aquí un pensamiento tóxico que frena tu progreso y que merma tu seguridad .
  • “Tengo flojera”. La constancia no es cosa ánimo, es cuestión de perseverancia. Sí, aun que la cama esté deliciosa, aunque tengas que levantarte temprano, aunque muchas veces no tengas ganas de trabajar.


Visualiza tu meta, planéala y dirígete a ella sin permitir que nada ni nadie te detenga. Porque las grandes realizaciones comienzan cuando alguien tiene un sueño que se propone convertir en realidad.