Cuando por primera vez conocí a Arturo, solamente al verlo supe  que era una personita que siempre tendría en mi corazón, se desprendía de él algo tan especial que solamente verlo me hacía sentir Feliz. No me costó nada abrirle las puertas de nuestro colegio, aunque pensaba, ¿cómo haremos? ¿Como trabajaremos con él?   Tenía muchas dudas e inquietudes y comencé a documentarme un poco sobre el síndrome de Down,  pero la verdad es que el mismo día que inicio sus clases todo comenzó a fluir naturalmente.  Claro al principio todas en el colegio estábamos pendientes de él, todas las maestras lo consentían, sus ocurrencias  y sus desobediencias eran más bien un preámbulo de momentos agradables, nos reíamos y de verdad lo disfrutábamos. Sucedió entonces que Arturo comenzó a hacer de las suyas,  tremenduras, no obedecía, quería hacer siempre lo que el quería y cuando le decíamos algo, allí venia su gran sonrisa manipuladora, yo me dije, bueno así no podemos seguir y conseguí la respuesta a mi pregunta ¿Cómo haremos?: Tratar a  Arturo como otro niño mas, enseñarle las normas y hacer que las cumpla, así de simple. Exigirles a todas las maestras que así lo hicieran y que no consintiéramos a Arturo más que a cualquiera de nuestros queridos niños del cole.  Que si fue fácil?  Les diré no lo fue y no lo es, pero se logra, se requiere de un poco mas de paciencia un poco mas de teatrilidad, para parecer bien serio cuando a veces solo quieres reírte. Y paciencia solo un poquito más de la que solemos tener para trabajar con niños regulares.  Así que aquí estoy hoy comentando un poquito mi experiencia con Arturo, mi primer alumno con Síndrome de Down. Y ahora con Otto otro angel que llego a nuestro colegio, apenas este año escolar, que puedo decir de Otto?   Otto es un niño maravilloso, que ha comenzado el cole de una manera excelente adaptándose tan fácilmente a nuestra rutina que la verdad nos sorprende, es Súper cariñoso, alegre, y Feliz, le encanta bailar y la música. Y cada vez que paso por su salón y me ve, corre hacia la ventana para tirarme besos lanzados con su manita, que me hacen hacer un alto en mi rutina de la mañana para recibir ese amor. ¿Acaso no es algo increíble? Que así de gratis, porque si, ¿todos los días recibas ese cariño tan especial?  La verdad solo tengo una palabra para eso y es  “AFORTUNADA”


Si realmente afortunada porque ahora sé que Arturo y Otto llegaron a mi cole a tocarme el corazón no solo a mí, sino a todas las que trabajamos allí. A brindarnos un aprendizaje que difícilmente hubiésemos tenido si ellos no formaran parte de nuestros día a día.

Pienso que Dios envió a estos niños tan especiales a enseñarnos entre muchas cosas que el amor verdadero, sincero y sin interés de ningún tipo realmente existe, que muchas veces nos desalentamos por cosas insignificantes, y al ver estos niños felices todo el tiempo te das cuenta que es verdad, aquella frase tan trillada “Que para ser Feliz, solo tienes que sentirte Feliz contigo mismo” Así son ellos, así son Arturo y Otto. Y doy Gracias a Dios por ponerlos en mi camino.

Virginia Hernández Santander